El fetichista (2)

EL FETICHISTA (2ª parte)

(relato verídico)

Sin más preámbulos, mi amigo se colocó tras de mí. Sus manos bajaron recorriendo mi cuerpo hasta llegar a la altura de la falda. Poco a poco comenzó a subírmela, bajo la atenta mirada del fetichista. Cuando me la subió por completo, vi el deseo en sus ojos, como humedecía los labios con su lengua, relamiéndose, deseando ser partícipe de todo aquello. Estaba tan excitada, que podía notar como unas pequeñas gotas de flujo resbalaban por mis muslos.  

-“Te puedes acercar, si quieres”- le dije.

Sin apenas terminar la frase, lo tenía a mi lado, con su mano entre mis piernas, frotándome y mojando sus dedos en mi flujo. Se agachó, pegó su nariz a mi sexo  y comenzó a olerlo haciendo fuertes inspiraciones. Con aquella actitud me estaba calentando sobremanera. Nuevamente, mojó su dedo en mí y lo chupó, repitiendo varias veces la misma operación. Yo estaba muy caliente, y me sentía totalmente desinhibida.

-“Quiero que os sentéis en el sofá”- les dije, casi empujándoles  hacia él.

Frente a ellos, comencé a desnudarme, lascivamente, provocándoles, insinuándome. Con una mano, empecé a tocar mi clítoris que ya estaba totalmente hinchado. Con la otra mano, abrí bien los labios para que los dos pudiesen ver como lo tenía. Mientras lo hacía, les pedí que, sin quitarse los pantalones, se sacasen la polla. Quería ver como se masturbaban, mientras yo hacía lo mismo para ellos.  Seguí frotándome, pero ya no solo el clítoris, sino todo mi sexo, dejando que mis dedos se mojasen bien de mí. A mi lado había una mesa de comedor, me puse delante de ella inclinándome de forma que los dos pudiesen ver mi culo y mi sexo. Con mis dedos bien lubricados con mi flujo, comencé a masturbarme introduciéndolos dentro de mí. Estaba tan dilatada por la excitación, que me entraron tres directamente. Con la otra mano abría mis nalgas, para que pudiesen verlo bien. Mis embestidas eran fuertes, simulando que estaba siendo penetrada por una polla. Ladeando mi cabeza, podía ver como los dos se estaban masturbando enérgicamente. 

Me volví. Me arrodillé entre ellos y cogiéndoles sus pollas, comencé a lamerlas, primero una y luego la otra, alternando, mientras los miraba fija y lascivamente. Mi lengua recogía las primeras gotas preseminales y, ante el temor a que alguno de ellos no pudiese contenerse, paré y me senté entre los dos abriendo mis piernas y subiéndolas sobre el sofá.  Mi amigo, le hizo una señal para se colocase entre ellas y comenzase a comerme. Mientras, él se puso de rodillas sobre el sofá, de forma que su polla quedase a la altura de mi boca. Me cogió por la cabeza y me obligó a metérmela en la boca. Al poco de sentir una lengua recorriendo mi sexo de arriba a bajo, no puede evitar apretar aquella cabeza fuertemente con mí, mientras me corría en su cara y en su boca. 

Mi amigo comenzó a masturbarse rápida y enérgicamente en mis labios, mientras mi lengua lamía su glande. Yo sabía lo que aquello significaba. A los pocos segundos, una explosión de semen regó mi boca y mis labios. Con mi lengua y mis dedos, recogía cada gota esparcida por mi cara, al tiempo que observaba como el fetichista comenzaba también a masturbarse sobre mí. Él veía como lamía aquel semen y empecé a tocar mi sexo nuevamente, mirándole fijamente. Mis dedos entraron fuertemente, follándome literalmente con ellos. Entre mi flujo y mi excitación, entraban con total facilidad. Mientras, con la otra mano, masajeaba mi clítoris. Notaba que estaba apunto de alcanzar otro orgasmo nuevamente. 

La rapidez del movimiento de su mano al masturbarse, la expresión de su cara, me avisó de que estaba apunto de correrse. Su semen bañó mi pubis, al tiempo que yo seguía embistiéndome con mis dedos.

-“Córrete puta”- me susurró mi amigo.

Justo en ese momento alcance un orgasmo más intenso que el anterior.