Páginas

MI ESTETICIEN


MI ESTETICIEN
(relato verídico)

Me gusta llevar mi sexo bien depilado, en ocasiones dejando una estrecha línea indicando el camino a seguir, y en otras ocasiones totalmente depilado. Sea como sea, llevo muchos años yendo a la misma esteticién, lo cual ha conseguido que tengamos entre las dos una cierta complicidad.

Reconozco que alguna vez he llegado a fantasear con ella después de una sesión de depilación. Recordar sus manos tocando mis labios, rozando accidentalmente, o no, mi clítoris... ha conseguido que en más de una ocasión, me haya hecho un dedito a su salud.

La complicidad conseguida entre las dos, tras muchos años, ha hecho que ella supiese de mis andanzas en el ambiente swinger. En muchas ocasiones, me había preguntado acerca de mis "fiestas" y mis experiencias con chicos, chicas, tríos, etc...

En una de mis visitas, percibí en ella una expresión más picarona de lo normal a la hora de depilarme. Sus roces varios a mi clítoris ya no me parecían tan accidentales. El caso es que a mi aquella situación empezaba a excitarme.

-"¿Tienes "fiesta" esta noche?- me preguntó como en tantas otras ocasiones, recalcando la palabra "fiesta" con tono picarón.
-"Jajajaja... Sí, ¿quieres venir?- le contesté como en tantas otras.
-"Bueno... igual un día te sorprendes y te digo que me invites"- me contestó ella.
-"Tú no necesitarías invitación"- le dije observándola de reojo.

Y la cosa quedó ahí. Un mes más tarde, necesitaba mi acostumbrada depilación, así que llamé para pedir cita. Su voz sonó al otro lado, me presenté y le pregunté cuando podía hacerme un hueco, a lo que me contestó que tenía el resto de la semana muy liada, pero que si quería podía acercarse a mi casa.

¡Oh, oh... servicio a domicilio! Sin pensarlo le di mi dirección y quedamos para esa misma tarde una vez terminado su turno de trabajo. Puntualmente, picó a mi timbre. Abrí la puerta y allí estaba con vaqueros y camiseta blanca. ¡Qué cuerpo! Siempre la había visto de uniforme y aunque sabía que bajo esa ropa se escondían unas buenas curvas, nunca pensé que fuesen así.

La invité a pasar. Nos tomamos un café y comenzamos la depilación. Comenzaron nuevamente los roces... Yo estaba casi segura de que ya no podían ser accidentales, no aquellos. Mi imaginación empezó a volar y sufría porque temía que mi sexo comenzase a cobrar vida y a lubricar más de la cuenta. Tras quince largos minutos, terminamos con la depilación.

-"Nunca he estado con una chica"- me dijo de pronto.
-"¿Qué pasa, que quieres probar?"- le pregunté entre risas.
-"Quizás"

Me quedé sorprendida. No sabía muy bien como reaccionar ante aquella respuesta. Soy de las que dice que el "no" ya se tiene, así que me acerqué a ella, le rocé los labios con mis dedos y viendo que ella no se apartaba, acerqué mis labios a los suyos y comencé a besarla. Sentí su lengua temblorosa jugueteando con la mía y noté como su respiración se iba haciendo más agitada.

Le cogí la mano y la invité a sentarnos en el sofá. Allí, sentadas, seguimos besándonos. Poco a poco, su lengua no parecía tan temblorosa y sentía que empezaba a relajarse. Muy despacio, fui metiendo mi mano por debajo de su camiseta. Respondía a mis caricias y sentí como su mano se colaba bajo la mía buscando mis pechos.

Mi respiración se aceleraba por la excitación y la suya también. Le quité la camiseta y me encontré con unos pechos perfectos y con unos pezones duros como piedras. Yo me quité la mía. Nuestras lenguas se enredaban, y nuestros pezones comenzaron a rozarse uno con otro.

Notaba su excitación por sus sutiles movimientos frotándose contra el sofá. Le desabroché el pantalón e introduje mis dedos todo lo que pude, lo suficiente como para comprobar no solo que no llevaba ropa interior, sino su creciente humedad. Se los bajé aun más, hasta dejarlos a la altura de sus tobillos, de forma que pudiese acariciar su clítoris con total libertad. Ella me hizo lo mismo , apartando hacia un lado mi tanga.

Así, sentadas ambas, con las piernas bien abiertas, nos masturbamos mutuamente hasta que alcanzamos el orgasmo.

Ella se fue con una amplia sonrisa de satisfacción y yo me sentí orgullosa de haberla desvirgado.

A pesar de ir cada mes, nunca hemos vuelto a mencionar el tema, aunque nuestras miradas brillan mutuamente.

Para “M.” que se que me estará leyendo... (cuando quieras, repetimos).
VOLVER AL BLOG

2 comentarios:

  1. umm como me gustaria encargarme un dia de depilar tu coñito......con alguna que otra rozadita accidental....uff que historia tan torrida y excitante,,besossssssss y lametones....arossi

    ResponderEliminar